Anular es impedir que el otro cuente. No solo callarlo. No solo corregirlo. Es hacer que su opinión, su presencia, su criterio… no tenga ningún peso. Es convertir al residente en espectador. Al paciente, en número. Al compañero, en subordinado funcional.

  • Ignorando sistemáticamente sus aportaciones clínicas.
  • Corrigiendo todo lo que dice, incluso lo que está bien, por costumbre.
  • Usando frases que niegan el pensamiento:

“No pienses, hazlo.”

  “Tú solo sigue lo que te digo.”  
  “Eso no lo decides tú.”
* Haciendo que su presencia no cambie nada: **esté o no, todo sería igual.**
  • La posibilidad de enseñar pensamiento clínico.
  • La construcción de equipos verdaderamente cooperativos.
  • La innovación: las buenas ideas nacen de voces múltiples.
  • La formación ética del residente, que aprende a callar… no a reflexionar.
  • Por miedo a perder autoridad.
  • Por hábito de poder no revisado.
  • Por inseguridad encubierta.
  • Por haber sido también anulado en el pasado… y nunca haberlo sanado.
  • Reconociendo cuándo se ha hecho (aunque sin intención).
  • Aceptando preguntas o ideas que incomodan.
  • Explicando decisiones sin invalidar al otro.
  • Dando efecto a la voz del que aún está aprendiendo.
  • Recordando que quien hoy solo repite… mañana deberá decidir.

Anular no enseña. No lidera. No cuida. Es una forma de control que solo genera silencio, sumisión y distancia. En neurocirugía —donde tanto se habla de formar— lo primero que hay que formar es la posibilidad de ser escuchado. Y eso empieza no por mandar menos… sino por anular menos.

  • anular.txt
  • Última modificación: 2025/05/03 23:59
  • por 127.0.0.1