Miedo en Neurocirugía: Presencia Silenciosa, Señal de Conciencia
El miedo es una emoción inevitable en la práctica neuroquirúrgica. Está presente —aunque no se diga— en la antesala de cada decisión compleja, en el rostro del residente antes de su primera incisión, en el pensamiento silencioso tras un mal resultado. Pero el miedo no es un enemigo. Es una señal de conciencia, una prueba de que lo que hacemos importa.
Tipos de miedo en la práctica neuroquirúrgica
- Miedo técnico: ¿saldrá bien esta cirugía?
- Miedo relacional: ¿me estoy ganando el respeto del equipo?
- Miedo emocional: ¿podré sostener el dolor del paciente?
- Miedo moral: ¿estoy haciendo lo correcto?
- Miedo existencial: ¿quién soy si fallo?
Lo que se hace con el miedo
- Negarlo → se vuelve rigidez.
- Ocultarlo → se vuelve arrogancia.
- Reprimirlo → se transforma en desgaste o distancia.
- Nombrarlo → se convierte en conciencia.
- Compartirlo → se transforma en confianza.
El miedo no es debilidad
- Tener miedo no es incompatible con actuar.
- Un cirujano con miedo puede ser más prudente, más cuidadoso, más humano.
- La ausencia total de miedo no es fortaleza: es negación o inconsciencia.
Miedo y enseñanza
- Enseñar sin reconocer el miedo del otro es deshumanizar la formación.
- Cuando un tutor dice: “yo también sentí esto”, el residente aprende que no está solo.
- La enseñanza madura no elimina el miedo, sino que enseña a caminar con él.
Miedo y humildad
- El miedo nos baja del pedestal.
- Nos recuerda que cada cirugía es única, irrepetible, incierta.
- Nos invita a consultar, revisar, reflexionar.
- Nos vuelve —si lo habitamos bien— más sabios.
Conclusión
No se trata de no tener miedo. Se trata de no operar desde el miedo… ni contra él. Sino con él, mirándolo de frente, y dejándolo hablar cuando tiene algo que decir. Porque donde hay miedo, hay algo que importa. Y eso —en una profesión como la nuestra— no es señal de debilidad. Es señal de presencia, de responsabilidad… y de humanidad.