La inseguridad es una experiencia emocional común —aunque poco visible— entre los neurocirujanos. Surge cuando el profesional duda de su propio valor, capacidad o legitimidad, especialmente frente a situaciones clínicas complejas, errores o interacciones jerárquicas.

La inseguridad no implica incompetencia. Es, muchas veces, el efecto de una formación basada en el miedo, la sobreexigencia o la crítica destructiva, más que en el acompañamiento reflexivo.

  • Inseguridad técnica: temor a no estar a la altura en el acto quirúrgico.
  • Inseguridad relacional: miedo a hablar, disentir o liderar frente a colegas más experimentados.
  • Inseguridad docente: sensación de no ser capaz de formar o responder a las preguntas del residente.
  • Inseguridad emocional: dificultad para sostener la propia vulnerabilidad sin sentirse frágil o débil.
  • Síndrome del impostor: creencia persistente de que el éxito es inmerecido y de que pronto se será “descubierto”.
  • Sobrecompensación con arrogancia o control excesivo.
  • Evitar asumir responsabilidades que implican exposición.
  • Dependencia emocional del reconocimiento externo.
  • Bloqueo del aprendizaje por miedo a preguntar o equivocarse.
  • Dificultad para delegar o confiar en otros.
  • En entornos donde “dudar es fracasar”, la inseguridad no se verbaliza: se esconde o se actúa desde ella.
  • La falta de modelos que hablen abiertamente de sus límites perpetúa el mito de la infalibilidad.
  • La crítica destructiva durante la formación favorece el desarrollo de una autoimagen distorsionada.
  • Nombrarla: poder decir “esto me genera inseguridad” desactiva su poder destructivo.
  • Buscar mentoría sincera, no solo supervisión técnica.
  • Cultivar la autocompasión profesional: fallar no anula el valor clínico ni humano.
  • Crear espacios de diálogo emocional en el equipo: si uno se atreve, otros seguirán.
  • Separar la identidad del resultado clínico: el valor del neurocirujano no se mide solo por sus éxitos.

La inseguridad no es un error a corregir, sino una señal a escuchar. En neurocirugía, aceptar que podemos sentirnos inseguros —sin perder la autoridad clínica ni la autoestima profesional— es un acto de madurez, no de debilidad. Cuando la inseguridad se verbaliza, se comparte y se reflexiona, deja de ser un peso oculto y se convierte en un camino hacia una práctica más consciente y humana.

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  • Última modificación: 2025/05/04 00:01
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