Desprecio
El desprecio es una actitud emocional y conductual caracterizada por la desvalorización sistemática del otro. En el contexto clínico, se manifiesta como una combinación de superioridad, juicio negativo y rechazo a reconocer el valor de las aportaciones ajenas. Aunque puede aparecer en cualquier especialidad, en entornos quirúrgicos de alta presión como la neurocirugía, el desprecio puede erosionar la confianza, inhibir la comunicación y deteriorar tanto el equipo como el cuidado al paciente.
Formas de expresión del desprecio
El desprecio no siempre se manifiesta de forma explícita. Entre sus expresiones más comunes están:
Comentarios sarcásticos, condescendientes o humillantes hacia colegas, residentes o personal de enfermería.
Gestos de desdén no verbales (miradas de descalificación, interrupciones sistemáticas).
Negación de la aportación de otros profesionales en el proceso clínico o quirúrgico.
Desacreditación pública del error ajeno, con intención punitiva más que formativa.
Cuando estas actitudes se normalizan, crean una atmósfera de miedo o resignación, especialmente entre profesionales en formación.
Efectos en el entorno neuroquirúrgico
El desprecio tiene efectos profundos y persistentes en la práctica profesional:
Bloquea la comunicación efectiva, esencial en situaciones críticas.
Inhibe la iniciativa del equipo y dificulta el aprendizaje colectivo.
Aumenta la probabilidad de errores clínicos, al impedir la notificación de dudas o preocupaciones.
Daña el vínculo docente con los residentes, sustituyendo la guía por la intimidación.
Además, en muchos casos, el desprecio se ejerce desde posiciones de poder y jerarquía, lo que dificulta su señalamiento y corrección.
Causas y mecanismos psicológicos
El desprecio puede actuar como mecanismo de defensa narcisista, cuando el cirujano proyecta su inseguridad o frustración sobre los demás.
También puede surgir de una cultura institucional permisiva con el maltrato, en la que el rendimiento técnico justifica cualquier actitud interpersonal.
En ocasiones, se perpetúa como modelo aprendido, reproducido de generación en generación dentro de ciertos servicios quirúrgicos.
Antídotos contra el desprecio
Cultura del respeto transversal, donde se valore el rol de cada integrante del equipo.
Feedback estructurado y seguro, para promover una comunicación no punitiva.
Modelos de liderazgo clínico basados en la escucha y el ejemplo, no en la intimidación.
Espacios de reflexión emocional y ética, que permitan verbalizar y revisar estas dinámicas.
El desprecio en neurocirugía no es un rasgo de personalidad aislado, sino una conducta relacional con consecuencias clínicas y humanas. Identificarlo, nombrarlo y transformarlo requiere valentía, liderazgo ético y compromiso institucional. En una especialidad donde la excelencia técnica es clave, el respeto sigue siendo la mejor herramienta para sostener el cuidado de calidad y la transmisión del conocimiento.