Cultura jerárquica no cuestionada
La jerarquía es un elemento constitutivo del funcionamiento en medicina hospitalaria, y particularmente en las disciplinas quirúrgicas. En neurocirugía, la organización jerárquica permite definir responsabilidades, garantizar supervisión progresiva y preservar la seguridad del paciente. Sin embargo, cuando esta jerarquía se convierte en un valor absoluto, no sujeto a revisión ni reflexión crítica, puede dar lugar a una cultura jerárquica no cuestionada, cuyos efectos van mucho más allá de la estructura organizativa.
Características de una cultura jerárquica no cuestionada
El poder está altamente concentrado en figuras senior o jefaturas.
La opinión de residentes, adjuntos jóvenes o personal de enfermería es sistemáticamente menospreciada o desoída.
La crítica se considera una amenaza a la autoridad, no una oportunidad de mejora.
Se castiga la iniciativa independiente, incluso cuando es respetuosa y argumentada.
El error es ocultado, temido o negado, no analizado ni compartido para aprendizaje colectivo.
Esta cultura se transmite muchas veces de forma no verbal, a través de actitudes, silencios o modelos de conducta repetidos durante años.
Efectos negativos sobre el entorno neuroquirúrgico
Inhibición de la comunicación vertical (de abajo hacia arriba), lo que puede comprometer la seguridad del paciente.
Empobrecimiento docente, al centrarse en la obediencia más que en el razonamiento clínico autónomo.
Reproducción de dinámicas tóxicas, donde el maltrato se normaliza como parte de la formación (“si yo lo pasé, tú también”).
Resistencia al cambio y la innovación, ya que toda propuesta debe emanar de las altas esferas jerárquicas.
Desmotivación del personal joven, con abandono prematuro de la especialidad o migración a otros centros más horizontales.
Causas estructurales y culturales
Modelos quirúrgicos históricos centrados en la figura del “gran maestro”.
Ausencia de formación en liderazgo, comunicación y gestión de equipos.
Validación institucional de actitudes autoritarias como sinónimo de eficacia.
Pobre implementación de sistemas de evaluación 360º o retroalimentación multidireccional.
Alternativas: jerarquía funcional con comunicación bidireccional
La solución no está en eliminar la jerarquía, sino en transformarla en una estructura funcional, donde:
El liderazgo se ejerce con autoridad ética, no autoritarismo.
Se favorezca una comunicación ascendente segura y respetuosa.
El conocimiento fluya en todas las direcciones, no solo desde la cima.
La crítica se considere una muestra de compromiso, no de subversión.
El aprendizaje se base en la colaboración, la humildad y la autonomía progresiva.
Una jerarquía no cuestionada impide la evolución clínica, docente y humana del neurocirujano y de su entorno. En el siglo XXI, el liderazgo quirúrgico ya no puede sostenerse sobre el miedo o la sumisión, sino sobre la confianza, el respeto y el diálogo. Revisar la cultura jerárquica es un paso imprescindible para construir servicios neuroquirúrgicos más justos, eficaces y sostenibles.