La crítica es una herramienta fundamental para el aprendizaje, la seguridad del paciente y la mejora continua. Sin embargo, en contextos quirúrgicos marcados por la jerarquía y la exigencia extrema, la crítica suele vivirse con ambivalencia: puede percibirse como ataque personal, amenaza al estatus o juicio de valor.

  • Crítica técnica: referida a una decisión clínica, una técnica quirúrgica o una conducta asistencial.
  • Crítica formativa: orientada a mejorar el desempeño de un residente o colega.
  • Crítica destructiva: se emite sin intención de ayudar, a menudo para humillar o reafirmar poder.
  • Autocrítica: capacidad de revisar las propias acciones con honestidad y sin derrumbe emocional.
  • Miedo a dañar la relación.
  • Riesgo de ser percibido como desafiante o irrespetuoso.
  • Cultura institucional que penaliza el disenso.
  • Falta de espacios estructurados para el diálogo honesto.
  • Fragilidad emocional no reconocida.
  • Identificación excesiva con el rol profesional.
  • Experiencias previas de crítica humillante o punitiva.
  • Creencias internas como: “si me critican, es que no valgo”.
  • Repetición de errores clínicos.
  • Pobre crecimiento profesional.
  • Equipos que no se retroalimentan.
  • Estancamiento docente.
  • Climas laborales basados en el silencio o la adulación.
  • Separar la persona de la conducta: no es lo mismo decir “te equivocaste” que “no vales”.
  • Elegir el momento y el tono adecuado: crítica oportuna, no humillante.
  • Fomentar la crítica horizontal: también del residente al adjunto, en un marco seguro.
  • Modelar la autocrítica desde el liderazgo: el jefe que reconoce sus errores enseña a todos.
  • Crear espacios estructurados de revisión: sesiones de morbi-mortalidad, feedback postquirúrgico, tutorías individuales.

El residente que nunca es criticado no aprende a mejorar. Pero el que solo recibe crítica negativa, sin guía ni reconocimiento, pierde seguridad y sentido.

Una crítica bien dada:

  • Protege al paciente.
  • Forma al cirujano.
  • Fortalece al equipo.

Aprender a dar y recibir crítica es una de las competencias emocionales y clínicas más importantes en neurocirugía. Hacerlo con respeto, precisión y apertura no solo mejora la técnica, sino que transforma el estilo relacional, el ambiente quirúrgico y la cultura del servicio. La crítica no es una amenaza cuando nace del cuidado mutuo y del deseo de crecer juntos.

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  • Última modificación: 2025/05/04 00:04
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