La claridad no es tener todas las respuestas. Es decidir desde la conciencia, comunicar desde la verdad, enseñar desde lo que uno realmente sabe y siente. En neurocirugía —donde las decisiones son complejas y las relaciones cargadas— la claridad es un acto de cuidado.

  • Saber desde dónde uno está actuando.
  • Nombrar lo que realmente se siente, sin autoengaño.
  • Reconocer límites sin culpa.
  • Habitar el rol sin convertirse en él.

La claridad no es un lujo del que tiene tiempo: es un deber del que tiene poder. Porque el paciente no necesita héroes. Ni el residente, actores. Ni el equipo, silencios políticamente correctos. Todos necesitamos presencia. Y eso empieza por la claridad. Clara la mirada. Clara la palabra. Clara la conciencia. Solo así, quizás, la neurocirugía puede seguir siendo humana.

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  • Última modificación: 2025/05/03 23:57
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