El diálogo no es solo hablar. Es construir sentido con otro. Escuchar sin preparar respuesta. Preguntar sin atacar. En un entorno quirúrgico cargado de prisa, jerarquía y tensión, el diálogo es un acto clínico y ético de primer orden. No salva cuerpos, pero salva vínculos. Y en ellos se apoya la medicina verdadera.
El diálogo no es un método. Es una ética. Una forma de estar con otros donde no se actúa desde el rol… sino desde la presencia. En neurocirugía, donde tanto se ejecuta, se ordena, se decide, el diálogo es el lugar donde se vuelve a ser persona. Y quizás, por ahí… vuelva también el sentido.