Escuchar en Neurocirugía: El Gesto que No Requiere Bisturí
Escuchar es uno de los gestos más invisibles y más transformadores de la práctica neuroquirúrgica. No requiere tecnología ni protocolos. Pero sí presencia, humildad, apertura. Escuchar bien es ya una forma de tratar, de liderar, de enseñar… y de cuidar.
¿A quién escucha el neurocirujano?
- Al paciente que no entiende lo que le pasa, pero necesita sentirse comprendido.
- Al residente que no se atreve a preguntar, pero deja pistas en su silencio.
- A la enfermera que conoce el cuerpo del paciente mejor que nadie.
- Al colega que disiente, y quizás tiene razón.
- A sí mismo, en la duda, en el miedo, en el cansancio.
Formas de no escuchar
- Interrumpir para corregir.
- Responder sin haber comprendido.
- Oír solo lo que confirma mi idea.
- Hacer preguntas cerradas para salir del paso.
- Desoír el cuerpo, las emociones, la intuición clínica.
¿Qué se necesita para escuchar de verdad?
- Tiempo (aunque sea poco, que sea real).
- Silencio interior.
- Curiosidad auténtica.
- Capacidad de tolerar lo que incomoda.
- Deseo de comprender, no solo de resolver.
Escuchar no es ceder
- No implica renunciar al criterio clínico.
- No significa dar siempre la razón.
- Es reconocer que la otra persona tiene algo valioso que aportar.
Consecuencias de una escucha verdadera
- Mejores decisiones clínicas.
- Reducción de errores por malentendidos.
- Relaciones laborales más humanas.
- Docencia más efectiva.
- Pacientes más tranquilos, más informados, más acompañados.
Escuchar(se) como forma de conciencia
- Cuando el cirujano no se escucha a sí mismo, repite sin revisar.
- Cuando se escucha, puede rectificar, reparar, agradecer, detenerse.
- Escucharse no es debilidad: es el inicio de la conciencia clínica.
Conclusión
El bisturí corta. La escucha transforma. Un cirujano que escucha no solo opera mejor: habita su oficio con humanidad. Porque hay dolores que no se ven en el TAC… Y hay alivios que empiezan simplemente cuando alguien escucha sin corregir, sin interrumpir, sin imponer.