Preguntar es un acto clínico, emocional y ético. Es reconocer que hay algo que no se sabe. Es exponerse, sí, pero también mostrarse dispuesto a aprender, a entender, a cambiar. En neurocirugía —donde el mito del que todo lo sabe pesa tanto— preguntar sigue siendo un gesto revolucionario.

  • Por miedo a parecer débil.
  • Por haber sido humillado antes al preguntar.
  • Porque se confunde preguntar con no estar preparado.
  • Porque la jerarquía aún impone silencio.
  • Porque muchos jefes dejaron de preguntar… y no lo recuerdan.
  • Atención real.
  • Deseo de comprender.
  • Capacidad de observar lo que no encaja.
  • Humildad profesional.
  • Conciencia del límite propio.
  • Al paciente: “¿Qué le preocupa realmente?”
  • Al residente: “¿Qué necesitas para entender esto mejor?”
  • Al colega: “¿Tú qué harías en este caso?”
  • A uno mismo: “¿Estoy actuando desde la técnica… o desde el miedo?”
  • A la propia historia: “¿Qué aprendí hoy que no sabía ayer?”
  • Prevenir errores.
  • Construir decisiones colectivas.
  • Formar desde la horizontalidad.
  • Romper la soledad del quirófano.
  • Crear una cultura de pensamiento, no de obediencia.
  • Responder con respeto, no con superioridad.
  • Agradecer la pregunta como signo de conciencia.
  • Modelar el preguntar: “yo tampoco lo sé, vamos a revisarlo juntos.”
  • Mostrar que el que más sabe no es el que responde más rápido…

sino el que no ha dejado de preguntar nunca.

Preguntar es el inicio de toda medicina verdadera. Es la forma más humilde de cuidar, la más ética de enseñar, la más sabia de liderar. Y en neurocirugía, donde tanto depende de lo que no se dice, una sola pregunta honesta puede abrir más que mil certezas sin alma.

  • preguntar.txt
  • Última modificación: 2025/05/04 00:03
  • por 127.0.0.1