En una disciplina tan exigente como la neurocirugía, donde cada gesto puede tener consecuencias irreversibles, hablar de paz personal puede parecer un lujo. Pero en realidad, es una necesidad vital. La paz personal no es la ausencia de conflicto externo: es la coherencia interna entre lo que uno hace, lo que uno cree y lo que uno siente.

  • Dormir tranquilo después de haber actuado con integridad.
  • No necesitar justificar cada decisión ante uno mismo.
  • Mirar atrás —tras años de formación, cirugías, liderazgo— y no arrepentirse de quién se ha sido.
  • Sentir que el éxito no se mide solo en prestigio, sino también en cómo se ha tratado a los demás.
  • Poder reconocer errores sin derrumbarse ni culparse.
  • Autoexigencia permanente, sin espacios de descanso interno.
  • Ideal de perfección, que convierte cada fallo en un fracaso personal.
  • Búsqueda constante de validación externa.
  • Acumulación de errores no asumidos o heridas no elaboradas.
  • Falta de congruencia entre el personaje profesional y la persona real.
  • Honestidad sin dramatismo.
  • Humildad sin humillación.
  • Reconocimiento del límite como parte de la excelencia.
  • Relaciones laborales basadas en el respeto mutuo.
  • Tiempo para reflexionar, descansar, cuidar la propia humanidad.

No llega con un premio, ni con un número de cirugías. Es el fruto de:

  • Decisiones tomadas con conciencia.
  • Errores asumidos sin cinismo ni negación.
  • Vínculos profesionales y personales sostenidos con autenticidad.
  • Una vida profesional que no lo ha devorado todo, sino que ha dejado espacio para seguir siendo uno mismo.

La paz personal es el verdadero éxito silencioso del neurocirujano. Puede que nadie la celebre públicamente. Pero sin ella, todo logro pesa, toda cirugía agota, toda carrera cansa. Con paz personal, incluso los días difíciles se pueden llevar con dignidad. Y los buenos, disfrutar con gratitud.

  • paz_personal.txt
  • Última modificación: 2025/05/03 23:59
  • por 127.0.0.1