Dormir Tranquilo: La Ética Silenciosa del Neurocirujano
En neurocirugía, el éxito no siempre es visible, ni se mide con cifras. Hay días en los que operar bien, enseñar con calma, tratar con respeto y honestidad con uno mismo tiene un valor incalculable. Y ese valor se resume, muchas veces, en una sensación sencilla y poderosa: dormir tranquilo.
¿Qué significa dormir tranquilo?
- Haber hecho lo mejor posible con el conocimiento y medios disponibles.
- No haber ocultado errores, ni haber culpado injustamente a otros.
- Haber tomado decisiones difíciles sin traicionarse éticamente.
- Haber respetado al paciente, incluso cuando el pronóstico fue malo.
- Haber enseñado sin humillar, guiado sin imponer, liderado sin herir.
Dormir tranquilo no es haber tenido un día perfecto
Es poder mirar hacia atrás y saber que:
- Se actuó con honestidad clínica.
- Se escuchó más que se gritó.
- Se dudó cuando había que dudar.
- Se operó con precisión, pero también con conciencia.
Lo que no deja dormir
- La mentira encubierta.
- El desprecio innecesario.
- El error no asumido.
- El paciente ignorado.
- La enseñanza cruel.
Dormir mal no siempre es culpa del caso clínico: muchas veces lo que no deja dormir no es lo que se hizo, sino cómo se hizo.
Dormir tranquilo como brújula
Cuando las métricas externas (premios, cirugías, aplausos) se vuelven confusas o insuficientes, dormir tranquilo puede ser la brújula interna más clara. No necesita validación externa, no requiere test ni auditoría. Solo requiere integridad.
Conclusión
Dormir tranquilo no es un lujo en neurocirugía: es una necesidad moral. Quien opera cada día, enseña cada semana y lidera cada año sin perder el derecho a dormir tranquilo, ha entendido que la verdadera excelencia no se mide en logros, sino en paz.