Provocar es generar una reacción en el otro: emoción, respuesta, defensa, reflexión. En el entorno quirúrgico, la provocación puede ser una herramienta docente poderosa… o una forma encubierta de violencia.

  • Cuando se lanza una pregunta desafiante al residente.
  • Cuando se comenta una decisión clínica para generar reflexión.
  • Cuando se usa el humor ácido en mitad de una tensión.
  • Cuando se desafía el discurso dominante para estimular pensamiento.
  • Cuando se señala una incoherencia… con más intención de confrontar que de construir.
  • Busca activar la mente, no humillar.
  • Estimula pensamiento crítico.
  • Puede generar incomodidad temporal, pero con propósito formativo.
  • Se hace desde el respeto, con cuidado del vínculo.
  • Busca brillar, exhibir o reírse del otro.
  • Se hace desde el ego, no desde el cuidado.
  • Genera defensa, miedo, resentimiento o desconexión.
  • Desvía la atención del aprendizaje hacia la supervivencia emocional.
  • ¿El otro responde con pensamiento… o con silencio?
  • ¿Queda algo abierto… o algo herido?
  • ¿Siente que fue visto… o ridiculizado?
  • ¿Se activa el deseo de saber… o el miedo a volver a fallar?
  • Hacer preguntas abiertas sin tono irónico.
  • Nombrar tensiones sin sarcasmo.
  • Usar la duda como herramienta, no como arma.
  • Validar antes de desafiar.

Provocar no es malo. Pero provocar sin cuidado… no enseña: interrumpe, rompe, desgasta. Y en neurocirugía, donde ya hay bastante presión, provocar con respeto puede ser arte docente. Pero provocar desde el ego… es solo ruido.

  • provocar.txt
  • Última modificación: 2025/05/03 23:57
  • por 127.0.0.1