“Esto es inaceptable.” Frase temida. Frase final. Frase que define el límite, a veces con justicia… y otras veces con violencia silenciosa.

En neurocirugía, donde hay vidas en juego, hay gestos, actitudes o decisiones que realmente no deben aceptarse. Pero también hay errores, torpezas o emociones que no deberían ser canceladas bajo esa etiqueta.

  • Ocultar un error clínico deliberadamente.
  • Mentir en una historia, informe o consentimiento.
  • Humillar a un residente, paciente o compañero.
  • Operar sin indicación, por prestigio o presión.
  • Reproducir abusos de poder bajo el disfraz de docencia.
  • Repetir conductas dañinas tras haber sido advertido.
  • Una torpeza puntual de un residente novato.
  • Un error técnico en contexto de alta complejidad.
  • Una reacción emocional intensa en un momento crítico.
  • Un pensamiento clínico aún inmaduro… pero honesto.
  • Una dificultad que no ha sido enseñada con claridad.
  • Cancelar procesos de formación legítimos.
  • Instaurar el miedo como clima docente.
  • Impedir que el residente diga la verdad por miedo a la exclusión.
  • Transmitir que vales solo si nunca fallas.
  • Con conciencia, no como reflejo.
  • En privado, no como castigo público.
  • Con argumentos, no con etiquetas.
  • Con voluntad de reparar, no de expulsar.
  • Como límite ético, no como arma jerárquica.
  • Nombrarlo con firmeza y respeto.
  • Documentarlo si es grave.
  • Ofrecer caminos de revisión, reparación o retirada.
  • Proteger al equipo y al paciente, sin anular al profesional sin reflexión.

Decir que algo es inaceptable debería ser un acto ético, no un impulso emocional. Porque si todo lo que nos incomoda se vuelve “inaceptable”, dejamos de formar, de escuchar, de comprender. Y neurocirugía no puede permitirse eso. Porque el error se corrige, la torpeza se entrena, la verdad se acompaña… pero el juicio sin conciencia sí es, de verdad, inaceptable.

  • inaceptable.txt
  • Última modificación: 2025/05/03 23:58
  • por 127.0.0.1