La armonía no es la ausencia de conflicto. No es un quirófano en silencio. Ni un equipo obediente. Ni un residente que nunca cuestiona. La verdadera armonía en neurocirugía surge cuando las personas pueden ser auténticas sin miedo, cuando la técnica y la ética se dan la mano, y cuando el liderazgo genera presencia, no sometimiento.

  • Un paciente que entiende, aunque esté asustado.
  • Un residente que pregunta sin temor a ser ridiculizado.
  • Un jefe que puede decir “me equivoqué”.
  • Un equipo que habla… y se escucha.
  • Una cirugía que fluye, no por prisa, sino por confianza mutua.
  • No es la corrección vacía del “bien queda”.
  • No es callar para no molestar.
  • No es aceptar por cansancio.
  • No es cumplir con todo… pero sin alma.
  • No es una imagen: es una experiencia compartida.
  • La armonía verdadera incluye desacuerdos.
  • Se construye con verdad, no con máscaras.
  • Tolera el error y el conflicto, porque hay respeto profundo.
  • Hablar con claridad, sin herir.
  • Corregir con cuidado, sin humillar.
  • Escuchar con apertura, sin juicio.
  • Actuar con coherencia, sin doblez.
  • Celebrar los logros juntos, no desde la jerarquía… sino desde la comunidad.
  • Cuando lo que uno cree, hace y dice están alineados.
  • Cuando se puede dormir tranquilo después de operar.
  • Cuando ya no hace falta aparentar.
  • Cuando el respeto que se recibe coincide con el respeto que se da.

La armonía no es perfección. Es verdad sin violencia. Es técnica con alma. Autoridad con escucha. Formación con humanidad. Y cuando se da —aunque sea solo a ratos— todo vibra distinto en el quirófano. Porque ya no se trata solo de cortar o cerrar bien… sino de estar juntos, sin miedo y sin mentira, en el acto de cuidar.

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  • Última modificación: 2025/05/03 23:57
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