La doblez es la desconexión entre lo que se muestra y lo que se es. Entre lo que se enseña y lo que se practica. Entre la autoridad clínica y la conciencia ética.

En neurocirugía, donde la figura del jefe, del tutor o del cirujano brillante puede parecer intocable, la doblez se vuelve una grieta invisible que lo contamina todo.

  • Defender públicamente la docencia… y humillar en privado.
  • Hablar de seguridad del paciente… pero operar con fatiga o sin revisión.
  • Pedir humanidad al residente… pero ejercer autoritarismo desde el rol.
  • Reivindicar el respeto… sin escuchar a quien piensa distinto.
  • Desconfianza silenciosa.
  • Cinismo en el equipo: “esto va de quedar bien, no de hacer bien”.
  • Pérdida de autenticidad en la formación.
  • Repetición de dinámicas de poder injustas.
  • Desgaste moral profundo en quienes aún creen en el oficio.
  • No es incoherencia puntual: es hábito de fingir.
  • No es error humano: es disonancia sostenida sin revisión.
  • No es no saber qué hacer: es saberlo… y elegir lo opuesto por interés, miedo o imagen.
  • Diciendo: “esto que hago no refleja lo que creo”.
  • Escuchando el impacto real de nuestras acciones, no solo las intenciones.
  • Pidiendo ayuda para ver lo que no vemos.
  • Desactivando el personaje: dejar de actuar un rol, y volver al lugar donde uno siente verdad.
  • Un cirujano puede ser brillante…

pero si forma con doblez, deja herencia de desconfianza.

  • Un líder puede tener razón…

pero si actúa con doblez, no deja raíces, solo seguidores silenciosos.

La doblez se nota. Aunque no se diga. Aunque se niegue. Y cuando aparece en alguien con poder, el daño es lento, invisible… pero profundo. Ser neurocirujano no es ser perfecto. Pero sí debería ser, al menos, ser verdadero.

  • doblez.txt
  • Última modificación: 2025/05/03 23:58
  • por 127.0.0.1