En una disciplina tan exigente como la neurocirugía, donde cada gesto puede tener consecuencias irreversibles, hablar de paz personal puede parecer un lujo. Pero en realidad, es una necesidad vital. La paz personal no es la ausencia de conflicto externo: es la coherencia interna entre lo que uno hace, lo que uno cree y lo que uno siente.
No llega con un premio, ni con un número de cirugías. Es el fruto de:
La paz personal es el verdadero éxito silencioso del neurocirujano. Puede que nadie la celebre públicamente. Pero sin ella, todo logro pesa, toda cirugía agota, toda carrera cansa. Con paz personal, incluso los días difíciles se pueden llevar con dignidad. Y los buenos, disfrutar con gratitud.