Se llama “bien queda” a aquella persona que adopta discursos, gestos o posturas supuestamente correctas o éticas, pero movido más por el deseo de agradar, ser aceptado o evitar conflicto, que por verdadera convicción. Es una figura frecuente en contextos jerárquicos: parece íntegro, pero no incomoda al poder. Parece empático, pero no se expone. Parece ético, pero no actúa cuando hace falta.
El “bien queda” no genera conflicto. Pero tampoco transforma. Y en neurocirugía, donde tanto está en juego, necesitamos menos corrección de imagen… y más coherencia, más coraje, más verdad. Porque quien siempre queda bien con todos… probablemente no está siendo del todo fiel a nadie.