Verdad en Neurocirugía: El Centro Silencioso de la Práctica Profesional
La verdad en neurocirugía no es solo una cuestión de datos clínicos o diagnósticos precisos. Es un eje ético y humano que atraviesa cada acto quirúrgico, cada conversación con un paciente y cada relación entre colegas. Buscar, sostener y transmitir la verdad —aunque incomode, aunque duela— es uno de los compromisos más profundos del neurocirujano maduro.
Dimensiones de la verdad en neurocirugía
- Verdad clínica: lo que se sabe con evidencia, lo que se ve en la imagen, lo que se puede afirmar con rigor.
- Verdad relacional: lo que se dice o se calla al paciente, al residente, al colega.
- Verdad emocional: lo que uno realmente siente frente al error, al éxito, al dolor ajeno.
- Verdad interna: la coherencia entre lo que uno hace, lo que dice y lo que cree.
Obstáculos comunes para decir o sostener la verdad
- Miedo a perder autoridad.
- Cultura institucional que castiga la duda.
- Necesidad de proteger la propia imagen.
- Dificultad para tolerar la incomodidad del otro.
- Autoengaño crónico: preferir narrativas que calman antes que realidades que transforman.
Decir la verdad no siempre es fácil
- Implica elegir el momento adecuado.
- Requiere valentía emocional: hay verdades que nos sacuden a nosotros mismos.
- Exige ética del cuidado: decir la verdad sin herir innecesariamente.
- Requiere madurez profesional: no se trata de decir todo, sino de decir lo importante, de forma justa y clara.
Lo que la verdad construye
- Confianza auténtica entre pacientes y profesionales.
- Equipos honestos, capaces de aprender juntos.
- Autenticidad clínica, donde se puede fallar sin mentirse.
- Cultura de seguridad, que parte del reconocimiento honesto de los errores.
- Paz personal, que permite dormir tranquilo.
Conclusión
La verdad en neurocirugía no siempre está escrita en la resonancia ni en el consentimiento informado. A veces se esconde en un “no lo sé”, en un “lo siento”, en un “¿qué opinas tú?”. Quien la busca, la sostiene y la comparte no solo es buen clínico: es un profesional íntegro. Porque en última instancia, la verdad no es una técnica: es una forma de presencia.