Invisibilizar es no mirar, no nombrar, no escuchar… hasta que el otro deja de existir simbólicamente. En neurocirugía, donde el estatus, el cargo y la trayectoria pesan, invisibilizar es una práctica tan frecuente como dañina. Y su peligro está en que no se ve… hasta que alguien deja de hablar, de participar, de estar.

  • Al residente silencioso que no entra en los turnos de palabra.
  • Al profesional sin carisma que no se hace notar.
  • A la mujer en un entorno mayoritariamente masculino.
  • Al paciente que no encaja en el perfil “esperado”.
  • A quien no forma parte del “núcleo duro” del equipo.
  • No mencionar aportes clínicos o ideas válidas.
  • Omitir la mirada o no dirigirse directamente a alguien.
  • No invitar a participar cuando hay oportunidad de aprender.
  • Contestar al acompañante antes que al paciente.
  • No preguntar, no saludar, no incluir.
  • Desvinculación emocional.
  • Inseguridad profesional persistente.
  • Pérdida de motivación.
  • Aparición de cinismo o autoexclusión.
  • Trasmisión de una cultura de exclusión silenciosa.
  • No mirar es una decisión, no una casualidad.
  • No incluir en una conversación clínica no siempre es por prisa: muchas veces es por jerarquía inconsciente.
  • Invisibilizar es una forma de seleccionar quién “merece” estar.
  • Nombrar a quien ha hecho una aportación, aunque pequeña.
  • Preguntar activamente al más callado.
  • Escuchar sin interrumpir, aunque lo que se diga no sea brillante.
  • Incluir en gestos mínimos: una mirada, una pregunta, un “gracias”.
  • Recordar que ser visto una sola vez… puede cambiar el curso entero de una trayectoria.

Invisibilizar es amputar sin tocar. Es crear entornos donde unos existen… y otros solo asisten. En neurocirugía, donde el gesto clínico convive con el gesto humano, ver al otro es parte de la ética. Y nombrarlo… es ya una forma de cuidarlo.

  • invisibilizar.txt
  • Última modificación: 2025/05/03 23:59
  • por 127.0.0.1