La indulgencia es el acto de disculparse a uno mismo sin exigirse transformación real. Puede disfrazarse de autocompasión, pero en realidad, suele ser una forma sutil de evitar la responsabilidad clínica, ética o relacional.

En neurocirugía, donde las decisiones afectan profundamente a la vida de otros, la indulgencia puede resultar más dañina que el propio error.

  • Cuando se comete un fallo y se dice: “esto le podría haber pasado a cualquiera”, sin revisar lo que realmente ocurrió.
  • Cuando se evita pedir disculpas a un paciente o a un residente, con la excusa de la presión o el cansancio.
  • Cuando se usa la narrativa del “llevo muchos años en esto” para evitar escuchar críticas.
  • Cuando se justifica una actitud dura o negligente por el estrés o la jerarquía.
Autocompasión Indulgencia
Reconoce el dolor Lo tapa con explicaciones
Asume responsabilidad Se desentiende del impacto
Genera aprendizaje Genera repetición
Es honesta y transformadora Es defensiva y evasiva
  • Se pierde el contacto con la realidad del daño causado.
  • El aprendizaje clínico se detiene.
  • Se deteriora la confianza del equipo.
  • El paciente percibe desconexión emocional.
  • Se normalizan actitudes poco éticas bajo una falsa comprensión.
  • Reconocer el error con honestidad, no con justificación.
  • Preguntar: “¿A quién afectó esto y cómo puedo repararlo?”
  • Escuchar cómo fue vivido por el otro.
  • Reflexionar, cambiar, pedir perdón si es necesario.
  • Recordar que la compasión no anula la exigencia moral: la equilibra.

Ser indulgente consigo mismo es fácil. Ser compasivo sin renunciar a la verdad… es el verdadero trabajo emocional del neurocirujano. Porque la indulgencia calma el momento. Pero solo la responsabilidad consciente transforma el oficio. Y en este oficio, lo que no se transforma… se repite.

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  • Última modificación: 2025/05/04 00:03
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