Incompetencia en Neurocirugía: Cuando No Saber Se Convierte en Riesgo No Admitido
La incompetencia es la incapacidad sostenida para ejercer una función clínica o quirúrgica con el nivel de seguridad, precisión y juicio ético requerido. No es torpeza puntual. No es inseguridad transitoria. Es una falta de competencia real, mantenida, y muchas veces no reconocida.
¿Cómo se manifiesta la incompetencia?
- Repetición de errores clínicos básicos.
- Decisiones quirúrgicas incoherentes o precipitadas.
- Dificultad persistente para ejecutar maniobras técnicas estándar.
- Incapacidad para reconocer los propios límites.
- Incapacidad para aceptar ayuda o feedback correctivo.
- Falta de criterio ético al indicar, actuar o comunicar.
¿Por qué cuesta tanto nombrarla?
- Porque se confunde con fracaso personal.
- Porque la cultura médica premia la imagen más que la verdad.
- Porque se teme el juicio, la exclusión, el estigma.
- Porque muchas estructuras no ofrecen espacios seguros para decir: “no puedo”.
Diferencias clave
- Inexperiencia: falta de práctica → se corrige con formación y acompañamiento.
- Incompetencia: falta de capacidad técnica, cognitiva o ética → requiere revisión profunda del rol.
- Negar la incompetencia es lo que la convierte en peligrosa.
¿Qué hacer ante la sospecha de incompetencia?
- Observar con objetividad, sin prejuicio ni venganza.
- Recoger hechos concretos, no impresiones difusas.
- Generar espacios de conversación con acompañamiento.
- Si hay riesgo para el paciente, actuar con firmeza y protocolos.
- Distinguir entre lo formativo y lo irrecuperable.
Qué no hacer
- Ridiculizar al profesional en público.
- Dejarlo “fuera del equipo” sin revisión o proceso.
- Utilizar la incompetencia ajena para reafirmar el ego propio.
- Ignorar por comodidad lo que podría dañar a un paciente.
¿Y si la incompetencia es estructural?
- A veces, el problema no es el profesional…
- *sino el sistema que no lo formó, no lo evaluó, no lo acompañó. * En ese caso, no hay que castigar: hay que reparar. ==== Conclusión ==== La incompetencia no es un insulto. Es una señal que requiere verdad, evaluación y decisión. Y en neurocirugía, donde lo que está en juego es tan alto, no mirar esa señal es irresponsabilidad compartida. Nombrarla con respeto no destruye. Destruye callarla.**