Imponer en Neurocirugía: Cuando el Poder Se Usa Para Anular, No Para Guiar
Imponer es obligar al otro a aceptar algo sin posibilidad de diálogo, crítica o alternativa. En neurocirugía, donde las decisiones deben ser rápidas y claras, el riesgo de imponer está siempre presente. Pero cuando se convierte en hábito, deja de ser eficacia… y se vuelve violencia estructural.
¿Dónde se impone en el día a día quirúrgico?
- En la indicación quirúrgica sin consenso real.
- En la enseñanza unidireccional, sin escucha.
- En la organización del equipo, sin preguntar ni explicar.
- En la forma de hablar al residente: “esto se hace así”.
- En el lenguaje corporal que excluye, marca territorio, cierra la conversación.
¿Por qué se impone?
- Porque es más rápido.
- Porque el cargo lo permite.
- Porque se ha aprendido así.
- Porque se teme el desacuerdo.
- Porque se confunde seguridad con autoritarismo.
Efectos de imponer sin conciencia
- Se bloquea la participación activa.
- El residente obedece… pero no piensa.
- Se perpetúan decisiones poco éticas o desactualizadas.
- Se transmite miedo, no criterio.
- El entorno se vuelve pasivo, silencioso, sumiso… o secretamente rebelde.
Imponer ≠ liderar
- Liderar implica guiar con argumentos, con escucha, con presencia.
- Imponer es mandar desde el rol, no desde la relación.
- Un buen líder inspira respeto.
Quien impone… genera obediencia vacía.
¿Cuándo es legítimo imponer algo?
- En situaciones de urgencia donde no hay tiempo para el diálogo.
- Cuando está en juego la seguridad del paciente y el equipo no ve el riesgo.
- Siempre debe ir seguido de una explicación posterior, para no romper el vínculo.
Cómo dejar de imponer sin perder autoridad
- Incluir a otros en la decisión cuando sea posible.
- Escuchar la duda como parte del proceso.
- Explicar el porqué de una indicación o corrección.
- Decir “esto es importante y aquí sí necesitamos seguir este camino” en lugar de “se hace porque lo digo yo”.
Conclusión
Imponer no enseña. Impedir el pensamiento no crea criterio. En neurocirugía, donde cada gesto educa o hiere, la autoridad sin escucha se convierte en dominio. Y el dominio, aunque cure cuerpos… no forma personas libres.