Amenaza en Neurocirugía
En el contexto profesional, la amenaza no se limita al riesgo físico o jurídico, sino que incluye cualquier experiencia que ponga en peligro la autoimagen profesional, el estatus relacional o la seguridad emocional del neurocirujano.
Tipos de amenaza percibida
- Amenaza a la competencia: cuando se cuestiona una decisión clínica o se comete un error.
- Amenaza a la autoridad: cuando un residente, colega o enfermera expresa desacuerdo.
- Amenaza al rol docente: cuando el aprendiz muestra iniciativa o saber superior en algún aspecto.
- Amenaza a la imagen pública: cuando hay una complicación visible o una crítica externa.
- Amenaza emocional: cuando se expone una vulnerabilidad que se desea ocultar.
Respuestas defensivas comunes ante la amenaza
- Arrogancia reactiva: reforzar el poder jerárquico para restablecer control.
- Desprecio hacia quien amenaza: restar valor a quien emite la crítica.
- Falsa modestia: para desactivar la tensión sin ceder control real.
- Negación o minimización del conflicto: evitar confrontar lo que se vive como intolerable.
- Sobrecompensación técnica: hiperactividad quirúrgica o académica para reforzar valor.
Amenaza y cultura quirúrgica
- En entornos donde la crítica se vive como ataque, toda observación se percibe como amenaza.
- En culturas jerárquicas rígidas, el disenso o la duda pueden activar respuestas desproporcionadas.
- El miedo a perder el estatus puede llevar a dinámicas de poder tóxicas.
Consecuencias de operar desde la amenaza
- Empobrecimiento del trabajo en equipo.
- Toma de decisiones rígidas, poco dialogadas.
- Docencia autoritaria o punitiva.
- Ambientes emocionales frágiles, donde nadie se atreve a hablar.
- Desgaste emocional crónico por necesidad de protección constante.
Transformar la amenaza en oportunidad
- Revisar qué nos amenaza realmente: ¿la crítica o lo que dice de nosotros?
- Practicar la escucha no defensiva: distinguir entre ataque y propuesta.
- Fomentar una cultura institucional donde se pueda disentir sin castigo.
- Separar el yo profesional del ego idealizado.
- Aceptar la imperfección como parte del proceso quirúrgico y docente.
Conclusión
La amenaza es inevitable en una profesión de tanta carga simbólica y emocional como la neurocirugía. Lo importante no es evitarla, sino aprender a nombrarla, acogerla y responder desde la madurez clínica y emocional, no desde el miedo. Convertir la amenaza en crecimiento es una de las tareas más profundas —y menos visibles— del buen neurocirujano.