Toda profesión construye mitos. Pero la neurocirugía, por su carga simbólica, técnica y emocional, ha generado algunos de los relatos más potentes del imaginario médico moderno.
Estos mitos fundan identidad, inspiran vocaciones y otorgan sentido. Pero también, si no se revisan, limitan el crecimiento personal, perpetúan el sufrimiento y distorsionan la práctica clínica.
El mito no es el enemigo. El mito no revisado, sí. Ser neurocirujano en el siglo XXI implica preguntarse: ¿Qué historia estoy encarnando? ¿A qué relato estoy sirviendo? ¿Y cuál quiero dejar a quienes vienen detrás? Porque los cuerpos se operan con bisturí. Pero la cultura quirúrgica… se transforma con palabras nuevas.