La armonía no es la ausencia de conflicto. No es un quirófano en silencio. Ni un equipo obediente. Ni un residente que nunca cuestiona. La verdadera armonía en neurocirugía surge cuando las personas pueden ser auténticas sin miedo, cuando la técnica y la ética se dan la mano, y cuando el liderazgo genera presencia, no sometimiento.
La armonía no es perfección. Es verdad sin violencia. Es técnica con alma. Autoridad con escucha. Formación con humanidad. Y cuando se da —aunque sea solo a ratos— todo vibra distinto en el quirófano. Porque ya no se trata solo de cortar o cerrar bien… sino de estar juntos, sin miedo y sin mentira, en el acto de cuidar.