En el siglo XIX, John Hunter demostró que la ligadura proximal de arterias periféricas era un método confiable para tratar aneurismas periféricos. Esto originó la “ligadura hunteriana”.

Siglos posteriores, Víctor Horsley y Harvey Cushing extendieron esta técnica a los aneurismas cerebrales, con un menor éxito debido a la tasa de mortalidad de hasta un 25 por ciento.

Aunque el uso de la oclusión de la arteria proximal, o ligadura Hunteriana, para el tratamiento de aneurismas intracraneales ha disminuido mucho durante las últimas décadas, este enfoque todavía encuentra uso para ciertos aneurismas gigantes y complejos. Los principales riesgos de sacrificio de esta arteria son complicaciones isquémicas pero también, aunque rara, formación de aneurismas de novo (Arnaout y col., 2012).

Bibliografía

Arnaout, Omar M, Rudy J Rahme, Salah G Aoun, Marc R Daou, H Hunt Batjer, and Bernard R Bendok. 2012. “De Novo Large Fusiform Posterior Circulation Intracranial Aneurysm Presenting with Subarachnoid Hemorrhage 7 Years After Therapeutic Internal Carotid Artery Occlusion: Case Report and Review of the Literature.” Neurosurgery 71 (3) (September): E764–771. doi:10.1227/NEU.0b013e31825fd169.

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  • Última modificación: 2025/05/04 00:03
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