La puerta puede cerrarse gracias a la actividad desarrollada en la médula espinal, así como a través de los mensajes que descienden del cerebro. Expertos en el tema, propusieron el concepto de una activación de control central, que consiste en una serie de impulsos nerviosos que bajan desde el cerebro e influyen en el mecanismo de apertura y cierre de la puerta.

De acuerdo con la teoría del control de la puerta, el dolor no sólo tiene componentes sensoriales, sino también motivacionales y emocionales.

La ansiedad, la preocupación, la depresión y el hecho de concentrarse en una lesión pueden incrementar el dolor, afectando la actividad de control central, abriendo, por lo tanto, la puerta. La distracción, la relajación y las emociones positivas pueden cerrar la puerta, reduciendo el dolor.

Cuando una persona se lastima un dedo accidentalmente, muchas de las pequeñas fibras se activan, abriendo la puerta. Una reacción emocional acompaña a la percepción de dolor agudo. A continuación, lo más probable es que la persona sujete el dedo con la otra mano lo frote. De acuerdo con la teoría de control de la puerta, este rozamiento estimula a las fibras grandes que cierran la puerta, bloqueando la estimulación de las fibras pequeñas y reduciendo el dolor.