Ridiculizar es exponer al otro al desprecio, la burla o la risa, resaltando sus errores o limitaciones sin compasión. En la cultura quirúrgica, a veces se disfraza de “broma”, “costumbre” o “forma de templar el carácter”… pero su efecto es claro: humilla, paraliza, desconecta.
Ridiculizar no forma. Deforma. Puede hacer reír a la sala… pero rompe en silencio a quien vino a aprender. Y ningún acto quirúrgico, por brillante que sea, compensa una humillación que se pudo evitar.