La autopercepción puede definirse como la imagen que un individuo construye de sí mismo en relación con sus capacidades, su rol profesional y su valor dentro de un colectivo. En neurocirugía, donde la exigencia técnica, la carga emocional y el impacto de las decisiones son extraordinariamente altos, la autopercepción del neurocirujano no solo condiciona su estilo clínico, sino también su salud mental, su forma de liderar y su capacidad para aprender.

Factores que moldean la autopercepción en neurocirugía Reconocimiento social y profesional, a menudo superior al de otras especialidades.

Alta exposición al éxito o fracaso clínico, con impacto inmediato y visible.

Comparación constante entre pares, típica de entornos quirúrgicos competitivos.

Estilo de liderazgo recibido durante la formación: admiración, humillación o identificación con el “maestro”.

Resultados quirúrgicos personales, que se tienden a interiorizar como reflejo directo del propio valor.

Riesgos de una autopercepción distorsionada Sobrevaloración del yo quirúrgico → puede derivar en narcisismo desadaptativo, desprecio por el equipo y resistencia al aprendizaje.

Infravaloración crónica → se asocia con síndrome del impostor, ansiedad profesional, bloqueo técnico y sobrecompensación emocional.

Autopercepción rígida → impide revisar creencias propias sobre el rol, la jerarquía, el error o la vulnerabilidad.

Una autopercepción no calibrada lleva al cirujano a interpretar la realidad clínica de forma egocéntrica o temerosa, dificultando la práctica reflexiva, el trabajo en equipo y el desarrollo docente.

Autopercepción saludable: claves para su construcción Reconocimiento equilibrado del éxito y del error.

Retroalimentación externa estructurada y continua, no solo desde la jerarquía.

Supervisión clínica y emocional, especialmente en etapas críticas (inicios, crisis de resultados, conflictos).

Espacios de reflexión compartida, donde las identidades profesionales puedan ser revisadas sin amenaza.

Autopercepción y liderazgo quirúrgico El modo en que un neurocirujano se percibe a sí mismo impacta directamente en su forma de ejercer el liderazgo:

El que se percibe como infallible tiende a ejercer control autoritario.

El que se percibe como frágil o insuficiente puede refugiarse en la sobrecompensación técnica o la sumisión institucional.

El que cultiva una autopercepción flexible y madura puede integrar crítica, delegar, formar y también dejarse formar.

Conclusión La autopercepción no es un fenómeno privado: es un eje estructurante de la cultura quirúrgica. Una autopercepción saludable —realista, abierta al cambio y anclada en el respeto propio y ajeno— es condición necesaria para una neurocirugía ética, humana y sostenible. Enseñar a construirla y revisarla debería formar parte esencial de la formación de cada neurocirujano.